Sensaciones Cósmicas: Entre la Psicodelia Musical y el Desierto de Wirikuta
- Zadkiel Moon
- 6 mar 2024
- 5 Min. de lectura
Estuve dos semanas en el desierto de Wirikuta haciendo investigación de campo para el nuevo libro de Literatura Psicodélica: El canto del Abuelo Fuego. Pero antes me lancé al Festival Hipnosis, en Ciudad de México.
La música ha sido una de las grandes inspiraciones para mis libros y al desenterrar bandas del pasado y escarbar entre las nuevas propuestas he encontrado sonidos tan profundos, letras existencialistas y algunas rarezas experimentales que logran producir estados elevados de Consciencia al escucharlas (porque no solamente las sustancias drogan, también las frecuencias). Varias de esas rarezas estaban anunciadas en el cartel de este año de HIPNOSIS. Parecía hecho especialmente para mí: las bandas de rock psicodélico, espacial, progresivo y post punk están en mis playlists desde hace muchos años y por eso no podía dejar de asistir aunque ese mismo día saldría de viaje. Aquí la crónica de lo que viví y algunas rolas recomendadas:
No tenía boleto y mi amigo Eros Quintero, a quien muchos de ustedes conocen por su labor activista en colectivos psiconautas, me había pasado una promo del Festival Picnic para armarlo. Cuando lo intenté, la promo había caducado y yo ya me había resignado a no ir ya que el plan de viajar a Wirikuta era mi principal objetivo. Al final, un día antes me puse a buscar quien vendiera un boleto para entrar juntos y a las varias horas lo hallé a un precio inmejorable, más barato que primera fase. Llegué cuando finalizaba Agar Agar y mientras despuntaba Dumbo Gets Mad sucedieron muchas cosas mágicas:
Estaba recostado en los petates con almohadas bajo una sombra cuando reconocí a lo lejos a mi amigo Tom, de Thulio App y Fungi Condesa, y a mi amiga Fer, de MindSurf. En el momento en el que me paré y fui a saludarlos llegó Eros también, ¡como una colisión de astros! Me quedé con Tom mientras los demás iban por agua, me dijo: "desde tu cumpleaños quería compartir esto contigo" y sacó un largo y exquisito porro.
Después me llevaron con Saraí y Julieta, de Mindsurf, que se refugiaban bajo la sombra, ahí llegaron Ed y Pam, de The Ojazo Rojazo Club. ¡Con ese team se armó la mega fiestota! El primer concierto que todos esperábamos era All Them Witches, cuyo rock progresivo nos hizo bailar muchísimo, especialmente a Eros pues era la banda que más deseaba ver, con sonidos estridentes, letras ocultistas y bajos poderosos que recordaban a Camel y a King Crimson. Esta fue la rola con la que cerraron y recibieron una ovación inesperada, pues la mayoría de los asistentes no conocía a la banda y, de las que aparecen con letras chiquitas en el cartel, fue la más aclamada:
Blood and Sand / Milk and Endless Waters
Nuestros amigos se cansaron de estar bajo el sol y se perdieron la mitad del siguiente concierto, de The Brian Jonestown Massacre, cuyo rock espacial contrastaba con la oscuridad del primero. La rola que más prendió, antes de que los vocalistas se pelearan en pleno escenario, fue:
Wait A Minute (2:30 To Be Exact)
Ed comentó que primero estuvimos en la oscuridad de la psicodelia y luego en la psicodelia de color, era realmente opuesto Brian Jonestown Massacre a All Them Witches y, sin embargo, en ambos había profunda psicodelia desde la raíz. Volteamos a nuestro alrededor y nos dimos cuenta que el ambiente se había teñido de los años 60, un sentimiento hippie en el aire, parecía que nos habían regresado en el tiempo a Woodstock.
Panda Bear pasó casi inadvertido, oíamos su música a lo lejos y entre mis amigos comentábamos: "eso está bieeeen raro", decían los más raros de entre los raros. Altin Gun era algo muy tropical arabesco, pero aún en la línea de la psicodelia, tampoco causó gran impacto pero fue bonito que la vocalista comentara: “estoy tocando en un festival donde están todas mis bandas favoritas”, fue inspirador. Entre chelas, porros y ácido nos perdimos hasta que volvimos a toparnos todos para Melody's Echo Chamber, ella parecía una colegiala y desbordaba ternura e inocencia en el micrófono mientras tocaba el pandero. Su dream pop era completamente chicloso, como si estuviéramos en una nube de algodón de azúcar rosa. Su mejor canción:
Shirim
El gran acierto de este festival es poner los dos escenarios juntos y, así, cuando terminaba una banda seguía inmediatamente la otra, con una hora exacta para que los ingenieros de audio prepararan todo mientras disfrutábamos de un concierto tras otro tras otro... El que le siguió fue Temples, una banda que descubrí hace diez años a la par de Tame Impala, con sonidos muy parecidos. Mis amigos querían irse a sentar un rato pero escuchaban que Temples tocaba otra buena rola y se esperaban. Al final nos salimos de la multitud para ir a retozar al césped, donde yo bailé la rola que más me gusta de ellos y que no creí que tocaran pues no es un single:
The Golden Throne
Y, finalmente, llegó el momento que más esperaba: el post punk de Boy Harsher. Sin duda fue, para mí, el momento más glorioso y aunque su sonido es oscuro-fresa, los bajos y los sintetizadores comulgan para llevarme a donde más me gusta ir: a lo profundo de mí mismo. Saraí también comparte el amor por la música synth y dark, así que juntos nos aventuramos entre la multitud para llegar lo más adelante posible. Ella ácida, yo pacheco, ambos con una sed tremenda y sin dinero virtual para una cerveza (no podías pagar nada en efectivo) pero bailando la música que más nos gusta. Disfruté tanto su presentación, la vocalista tiene un control completo del escenario, baila como maníaca y contagia su euforia con los aullidos que lanza en varias de sus rolas, para mí esta fue la mejor de la noche (también recomiendo el video, está en YT):
Fate
En medio del delirio, nos sucedió un milagro: Saraí se encontró a un amigo, entre miles y miles de personas, “casualmente” él llegó directo al lugar donde estábamos, ¡y sacó las chelas! Cuando Saraí me presentó, dijo: “él es Zadkiel, pero su verdadero nombre es Fiesta, neta él es La Fiesta”. Fue uno de los momentos más mágicos. Sorpresivamente, tocaron un cover de Chris Isaak: Wicked Game, ¡en post punk!, una rola que me ha perseguido las últimas semanas por la frase “No, I don’t wanna fall in love” (neta no quiero y me sale con un sentimiento cantarla…), se me aparece en el metro, en restaurantes, hasta en el súper, ¿será una señal?
Al terminar Boy Harsher me sentía pleno, ya no había nada más elevado que esa noche pudiera darme y, aunque faltaba la banda estelar, los Flaming Lips, les anuncié a mis amigos que tenía que irme pues a medianoche salía rumbo al desierto de Wirikuta.
Señalé mi playera con el Venado Azul impreso en ella y todos se quedaron boquiabiertos. “Sólo Zadkiel haría algo así”, decían admirados y felices. Abracé a cada uno de mis amigos y, aunque yo no había consumido ácido, me sentí completamente puesto todo el camino al salir de HIPNOSIS, a lo lejos se escuchaban los acordes de la banda Toro & Moi.
Me fui rumbo al desierto de San Luis Potosí, contento de presenciar en vivo uno de los mejores playlist de psicodelia, un line up que no se volverá a repetir. En mi cabeza resonaban las canciones que más gocé con una reflexión en el alma:
TÚ NO PUEDES TOCAR LA MÚSICA, PERO LA MÚSICA PUEDE TOCARTE.
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