CULTURA RAVE, el libro que inicio este movimiento literario
de Zadkiel Moon
 
Fueron muchas las personas que afirmaron experimentar "estados elevados de conciencia" o "sensaciones lisérgicas", tal como si hubieran consumido una sustancia, tras leer el libro. Incluso hubo quienes dijeron haber entendido el concepto de dios y el Todo Cósmico gracias a esta lectura, mismo concepto que su religión nunca les supo explicar.
 
Esta es la obra que inició todo en 2016, ¿quieres conocerla y colocarte con sus letras, como si hubieras consumido una sustancia psicodélica? Escucha en Spotify el audiolibro.
 
Está disponible en las tiendas de ropa espiritual 
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88 pesos - México
11 dólares, 10 euros - Al resto del mundo
 
Aquí algunos fragmentos:
 
—¿Por qué les llaman drogas a las sustancias de poder como si fueran simples medicamentos? —se quejó el muchacho—. Es risible porque todo en el mundo cotidiano es una droga: el dinero, el sexo, las relaciones dizque amorosas, la comida, la televisión y hasta la felicidad… todas las cosas son placebos para hacernos creer que así se disfruta la vida. Pero las personas ni siquiera viven de verdad, actúan mecánicamente, están muertas por dentro y sin drogas sienten que se las lleva el carajo, se hunden en la desolación y el victimismo. 
 
—Tienes razón, las sustancias de poder no son drogas sino puentes, puentes hacia otra realidad —apuntó el vagabundo en tanto contemplaba la diminuta bacha que se consumía entre sus dedos pulgar e índice. 
 
—Sí, lo sé. Ganja me protege, es mi guía y mi guardiana —afirmó el muchacho con orgullo—. Despertó mi curiosidad por las cosas maravillosas de la vida, el asombro por el mundo y sus misterios. Gracias a su aliento sé que yo no pertenezco a la realidad común. 
 
—Pero tampoco perteneces a la otra realidad porque, al abusar de Ganja, te has convertido en el puente mismo. No eres ni de aquí ni de allá...
 
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“Sin Destrucción no hay Creación…” 
 
Así como Shiva realiza la Danza Cósmica para destruir el Universo y prepararlo para una nueva creación, así las Almas danzan sobre sus mundos como si araran la tierra donde están a punto de sembrar. Bailando en El Aquelarre con el espíritu puesto en ello simulan a Shiva, quien fuma charas, sagrado hachís, para meditar sobre lo que está a punto de destruir mientras danza en un círculo en llamas. Así se revela esta verdad cósmica: sin Destrucción no hay Creación. 
 
Cuando los primeros rayos del sol irrumpen en el horizonte y la Destrucción ha culminado satisfactoriamente una nueva era es avistada por los ojos desorbitados y las pupilas dilatadas. Se oye el sonido, fuerte y claro, de un corno que anuncia el amanecer. La luz se arrastra por cada centímetro cuadrado hasta empapar todos los sombríos rincones. La fiesta continúa sobre las ruinas de instantes que parecían eternos durante la noche y que, tras la salida del sol, se han convertido en cenizas. La claridad deja al descubierto lo que la oscuridad ocultó y obliga a la banda a reconocer su condición mundana: “somos seres inocentes, pero traviesos; somos frágiles, pero voraces”.
 
El entorno, visto bajo una lupa diferente a la de la noche, tiene aires de podredumbre y perdición, los cuerpos lucen cansados y quebradizos, vuelven a solidificarse tras notar su humanidad. Pero las Almas saben que el amanecer es solamente una transición, la antesala de una plenitud distinta, y por ello declaran la Hora de la Gafa para descansar detrás de lentes oscuros, con la voluntad de continuar hasta el fin. La música se transforma, evoluciona, augura una época de esplendor y llama a las armas a los Guerreros de la Luz, los convoca al servicio de la Consciencia Cósmica.
 
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Aquí Quetzalcóatl se ha encontrado con Kukulkán, le cuenta su pasado y sus sueños y oye los suyos, se reconoce en él y se da cuenta que está hablando con un espejo: Kukulkán es Quetzalcóatl y Quetzalcóatl es Kukulkán. “Yo soy tú, tú eres yo”, recitan ambos a carcajadas. Aquí todos somos uno mismo.
 
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